lunes, 4 de mayo de 2009

Sonrisa


Asiento 28. Ventanilla. Siempre pedís del lado de la ventanilla. Te encerrás entre la ventana, el pasillo y yo. Y en el vidrio empañado del micro te dibujas. Primero tu cara; con el dedo índice trazas un redondel imperfecto, un tanto ovoide, pero rostro al fin; luego garabateas tus ojos, dos círculos semi-simétricos y te haces rulos, muchos rulos, a lo Valderrama, y te reís de esa pavada, pero antes de dibujar la sonrisa lo pensás dos veces. Siempre uno se dibuja sonriente, es casi involuntario finalizar el monigote con una sonrisa, con esa facción que demuestra alegría, complacencia, pero por algún motivo dudas. Mientras, observo tu dedo índice cuando va a pincelar el último trazo, que es trascendental, porque esconde tu estado de ánimo, demuestra lo que sentís. Quisiera convencerme de que es un dibujo de morondanga, que no significa nada y, sin embargo, no pierdo la vista del trayecto de tu dedo hacia el vidrio empañado, esperando que sea una sonrisa lo que traces. Y me consterna el hecho de que, al final, sea tu palma la que borre, como un pañuelo de tela o una gamuza, el dibujo que tu dedo había creado. Me aflige que, donde hubo un rostro incompleto, ahora haya una mancha amorfa y borroneada en el vidrio y que vos, suspirando larga y amargamente, apoyes tu cabeza en mi hombro y cierres tus ojos buscando el sueño como escape.

1 comentario:

inesita dijo...

ojito con eso de los rulos a lo Valderrama! ¿seré una especie de obsesión inconsciente que tratás una y otra vez de reprimir pero que siempre reflota cuando más desprevenido estás?