Vacilante, mira el remedio de su locura,
donde flotan sus miserias y se hunden sus sonrisas.
Día a día, caricias que no perduran le boicotean el vivir,
"a amoríos idealizados no se le inventan reproches".
Lágrimas no le salen,
la catarsis nunca llega.
"Más vale la espera",
suele conformarse con muy poco y menos.
Huye despavorido aunque nadie lo sigue,
mejor piensa dos veces si saltar al abismo.
Prefiere esconderse, otra vez,
en la perfidia de sus excusas tristes.
Lo atormenta eso que nunca supo decir,
detras de su regocijo sadico el carnaval se viste de luto.
Un fayuto eclipse juega con su ser,
pues manosea misantropías y máscaras
que se apagan en sus noches clarividentes.
Así, diagonales solitarias -con el agua hasta el cuello-
remachan el sufrir de sus cafes sin destino.
Reproche elocuaz el de su cama vacia
ya que cenizas quedan, donde no hubo fuego.
Agujas que le mienten y palabras en falso
buscan consolar su etereo insomnio,
Claro destino el de sus labios, otra vez el vacio.
Fácil juego el de su vida,"yo siempre pierdo".
Zumbido fugaz, vueltas y más vueltas.
Meditabundo y ciego va por la cuerda floja.
Avisenle, en su caída lo esperan
los amargos dardos de la nueva derrota.
Avisenle, a ver si todavía se duerme sin despertar.
(Dibujo cortesía de Tango II)